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Aparato Reproductor Femenino – Anatomía

El Aparato Reproductor Femenino Consta de varios órganos que, por su posición se clasifican en dos grupos: órganos genitales internos y órganos genitales externos.

Consideramos órganos genitales internos al ovario, la trompa de Falopio, el útero y la vagina.

Aparato Reproductor Femenino

La trompa de Falopio es el conducto que se extiende desde el ovario al útero. Diferenciamos en él varias partes: la intramural, situada en el espesor de la pared uterina; la ístmica, de 2 a 3 cm.; la ampolla, más dilatada que se continúa con el infundíbulo, de corte irregular y recortado que forma las fimbrias que se adaptan al ovario como si lo abrazaran. Una de estas fimbrias que se adhiere al ovario recibe el nombre de franja ovárica de la trompa. La trompa uterina cumple una doble función: conducir al ovocito del ovario hasta el útero y ser el receptáculo para la fecundación.
La vulva es el conjunto de los órganos genitales externos. Se distinguen en ella las siguientes regiones anatómicas: el monte de Venus que es la región púbica cubierta de vellos en la mujer adulta; los labios mayores que son dos repliegues de piel que cubren los labios menores, o ninfas; el clítoris que es un órgano impar y eréctil, y finalmente el orificio vaginal.
Fisiología del Aparato Genital Femenino
El ciclo menstrual en la mujer se caracteriza por la aparición periódica de una hemorragia a la cual se da el nombre de menstruación, es un proceso fisiológico provocado y regulado por hormonas que procuran la maduración de un ovocito y la expulsión del ovario (ovulación).
Se considera primer día del ciclo menstrual a aquél en que comienza la regla; su duración promedio es de 28 días. Y las hormonas que lo determinan tienen un doble origen, la hipófisis y el ovario.
Las glándulas endócrinas modifican el ovario y el endometrio dando lugar al ciclo ovárico y al ciclo endometrial respectivamente (el ciclo ovárico condiciona totalmente al ciclo endometrial).
El lóbulo anterior de la hipófisis secreta dos hormonas gonadotropas, la folículoestimulante (FSH) y la luteinizante (LH), que determinan el ciclo ovárico. El ciclo ovárico comienza cuando la FSH llega al ovario, donde interviene en la maduración del folículo primordial que se convierte en folículo de Graaf obteniendo un ovocito maduro. Hacia el día catorce del ciclo se produce la ovulación, provocada por cierto nivel en la sangre de FSH y LH simultáneamente. A partir de este momento y hasta cerrarse el ciclo, actúa la LH estimulando la formación del cuerpo lúteo.
El ovario produce hormonas esteroideas: estrógenos, progesterona y andrógenos.
Los andrógenos son hormonas sexuales masculinas que se transformarán en estrógenos.
Los folículos producen fundamentalmente estrógenos (foliculina), bajo el efecto de la FSH hipofisaria.
El cuerpo lúteo, estimulado por la LH, libera sobre todo progesterona.
Si bien lo más frecuente es que tengan acción antagónica, los estrógenos y la progesterona, trabajan a veces en forma complementaria; por ejemplo sobre las mamas ejercen un efecto sincronizado al regular su turgencia o flaccidez en consonancia con el ciclo menstrual.
Las funciones de los estrógenos son: incrementar el espesor epitelial de la vulva y la vagina; producir gran cantidad de moco cervical fluido (que ayuda a la penetración de los espermatozoides); determinar la fase de proliferación de la mucosa uterina, inhibiendo al mismo tiempo la secreción hipofisaria de FHS; activar la secreción de LH y LTH (prolactina), lo que desencadena poco antes de la ovulación síntesis de progesterona, y actuar sobre el desarrollo de los caracteres sexuales secundarios.
Las funciones de la progesterona son: disminuir el espesor epitelial de la vulva y de la vagina; favorecer la descamación del endometrio; actuar sobre el moco cervical de forma que sea espeso y difícilmente penetrable por los espermatozoides; favorecer en el endometrio la reacción prerresidual para la nidación, ejercer un efecto sedante sobre el miometrio y las trompas; realizar una acción hipertérmica (por lo cual hay aumento de la temperatura corporal en la segunda mitad del ciclo).
Ciclo Sexual femenino: en todos los órganos del aparato sexual femenino de la mujer adulta, tiene lugar una serie de cambios cíclicos cuyo objeto es asegurar que se produzcan óvulos capaces de ser fecundados y preparar al útero para recibirlos.
Estos cambios cíclicos se repiten, término medio, cada cuatro semanas (entre 21 y 35 días) y son la expresión de procesos (también cíclicos) que se producen simultáneamente en la hipófisis y en el ovario, que son controlados por las neurosecreciones del hipotálamo.
El ciclo endometrial se constituye de tres fases; siendo el primer día de la menstruación el que marca la iniciación de cada ciclo, que finaliza el primer día de la menstruación siguiente:
Fase de proliferación: en la primera mitad del ciclo, del día 4º al 14º ; momento que coincide con la ovulación.
Fase de secreción: del día 15º al día 28º.
Menstruación: descamación del endometrio; del 1º al 4º día del ciclo siguiente.
Fase de proliferación
En la hipófisis se produce una elevación de la producción de FSH cuyos niveles en el plasma descienden primero más lentamente y luego más aceleradamente, hasta alcanzar los niveles basales cerca del día 15. Asimismo, hacia la mitad del ciclo se produce un aumento brusco de LH que alcanza su máximo nivel en horas previas a la ovulación.
La FSH estimula la maduración folicular, y los folículos en crecimiento producen estrógenos que intervienen en la declinación de la producción de FSH hipofisario y el aumento de la producción de LH que hacia la mitad del ciclo induce un rápido desarrollo de un folículo que completa su maduración y estalla produciéndose la ovulación.
Fase de secreción
El nivel de LH hipofisario sigue elevándose y empieza a secretarse la hormona luteotropa (prolactina). En el ovario la LH provoca la transformación del folículo (vacío luego de la ovulación), en el cuerpo amarillo que por acción de ambas gonadotrofinas (LH y prolactina) mantiene su trofismo, secretando estrógenos y progesterona, que impiden que se desarrollen nuevos folículos.
Si el óvulo no es fecundado en la 3ª semana, comienza la regresión del cuerpo amarillo, y el descenso de los niveles plasmáticos de hormonas ováricas, que alcanzan su nivel basal alrededor del 28º día, ello produce la liberación del hipotálamo que estimula a la hipófisis, la que vuelve a secretar niveles crecientes de FSH para reiniciar un nuevo ciclo.
El endometrio duplica su espesor y hacia el final de la 4ª semana comienza la retracción premenstrual de la mucosa que disminuye su espesor.
Fase de descamación
En los días 1º al 4º del ciclo siguiente se produce la dilatación de las vasos y la salida de la sangre, la sangre no coagula y sobreviene la hemorragia menstrual con la que se desprenden los tejidos que forman la capa funcional. Permanece la capa basal que regenerará la mucosa en el ciclo siguiente.
Alrededor de los 45-55 años de edad, a pesar de la persistencia de la estimulación hipotálamo-hipofisaria, los folículos ováricos se van agotando, y como consecuencia no se producen niveles adecuados de hormonas, los ciclos se hacen irregulares y por último desaparecen. Las mestruaciones cesan (menopausia) y el endometrio se atrofia.
Fecundación y desarrollo embrionario
Para que pueda realizarse la fecundación, es necesario que previamente se produzcan varios fenómenos:
1) la gametogénesis tanto en el hombre como en la mujer.
2) la ovulación
3) la captación del ovocito por la trompa de Falopio.
4) el transporte del gameto masculino: en la especie humana el semen es depositado en el fondo del saco vaginal y debe llegar hasta la porción ampular de la trompa, lo que muy posiblemente se haga de forma activa debido a la movilidad de los espermatozoides y la fluidez del moco cervical durante la ovulación; por término medio, el gameto masculino tiene 48 horas de actividad fecundante.
5) el transporte pasivo del gameto femenino, que tiene un período vital máximo de 20 horas, y se realiza mediante dos mecanismos: las contracciones de la musculatura de la trompa y el movimiento ciliar del epitelio tubárico.
6) el encuentro de los gametos masculino y femenino en la parte ampular de la trompa.
En la eyaculación, se vierten entre 2 y 6 ml de semen, en los cuales hay millones de espermatozoides; de los que sólo unos centenares llegan a las trompas y uno sólo logra la penetración.
La fusión de los núcleos de ambos gametos se denomina cariogamia. A partir de la cariogamia se obtiene una célula huevo con gran capacidad de multiplicación y empieza el desarrollo embrionario. Transcurrieron ya aproximadamente 30 horas desde la ovulación.
La primera segmentación del óvulo fecundado se produce 30 horas después de la inseminación y las siguientes mitosis ocurren cada 10 horas aproximadamente. Cuando el huevo en desarrollo llega al útero, entre tres y siete días después de la fecundación, es una apretada bola de 32 células llamada mórula.
El huevo se implanta, es decir que logra penetrar en el revestimiento endometrial del útero secretando enzimas que erosionan a las células del endometrio, permitiendo al blastocito adherido establecer estrecho contacto con la corriente sanguínea materna; la mucosa uterina pasa a denominarse decidua (endometrio del embarazo). Está en fase de blastocito.
En esta fase, el huevo está compuesto de una envoltura exterior de células, el trofoblasto, y una masa celular interior, una bola de células situada en un polo del trofoblasto, que es el precursor del embrión. Las células del trofoblasto crecen y se dividen rápidamente; ellas y las células adyacentes del revestimiento uterino, la decidua, forman la placenta y las membranas fetales. Las células del endometrio cicatrizan sobre el lugar de entrada del blastocito, de modo que se encuentra totalmente dentro del endometrio y fuera del lumen uterino.
El trofoblasto inicialmente consta de dos capas de células, un citotrofoblasto interior compuesto de células individuales y un sincitiotrofoblasto exterior compuesto de un sincitio multinucleado.
Las células trofoblásticas digieren y fagocitan materiales del endometrio que fueron almacenados antes de la implantación. El trofoblasto es bañado y nutrido por la sangre materna.
Desde el día en que el trofoblasto se adhiere al revestimiento endometrial, comienza a secretar una hormona: la gonadotropina coriónica, que evita la involución del cuerpo amarillo.
Las etapas de desarrollo del ser en gestación comienzan con el período embrionario, que abarca los dos primeros meses. Es el período fundamental, puesto que el embrión adquiere ya su forma definitiva (morfogénesis) y desarrolla sus principales esbozos orgánicos (organogénesis).
Podríamos describir los cambios que se producen en este período considerando el día de la fecundación como día cero: A partir de la fecundación comienza la segmentación del huevo:
fase de 2, 4, 8 blastómeros, mórula y blástula (hacia el quinto día). El sexto día se produce la nidación, empieza la gastrulación y acaba a los 15 días midiendo 1,5 milímetros. El día 17, existencia de somitas. El día 18: formación del esbozo cardíaco, esbozo auditivo y placa neural. El día 24 se forma el tubo neural, aparecen los primeros vasos embrionarios y se observa la membrana faríngea abierta. El día 26 queda el neuroporo anterior cerrado y se delimita el miembro superior. El día 28 se ve el neuroporo posterior cerrado y se aprecian el esbozo óptico, los pulmones, el páncreas y el miembro inferior. A los 30 días mide ya unos 4,5 milímetros, aparece el esbozo olfativo y se cierran las orejuelas. El cerebro, con cinco vesículas, se aprecia el día 35. El 42 se ve la mano. El día 49: membrana anal abierta y corazón con cuatro cavidades.
Los dedos están separados ya el día 56. El día 60 su talla es de 30 milímetros y su aspecto está perfectamente definido. Durante el período fetal, de los dos a los nueve meses, los órganos sufren sólo fenómenos de histogénesis y van adquiriendo su posición y desarrollo definitivos. El feto aumenta mucho en talla y volumen.
La placenta es una estructura compleja que desarrolla una doble función: metabólica, esto es, destinada al intercambio nutritivo y respiratorio del feto, y endocrina, pues se comporta como verdadera glándula hormonal y secreta estrógenos, progesterona, gonadotrofina coriónica, occitocina, etc. Constituída morfológicamente por una capa de origen , la decidua y otra de origen fetal, las vellosidades coriónicas, producto de la transformación del trofoblasto.
Estas vellosidades repletas de vasos sanguíneos confluyen en el cordón umbilical y penetran en el corazón fetal. La circulación está garantizada durante el embarazo por el gradiente de presión y por las contracciones uterinas.
La placenta queda netamente delimitada a partir del tercer mes. Después crece con el feto hasta alcanzar un sexto del peso fetal.
La placenta humana es de tipo velloso, hemocorial y corioalantoidea, es decir, la sangre materna baña directamente la vellosidad placentaria, que está atravesada por los vasos provenientes de la circulación alantoidea del feto.
La cavidad amniótica contiene líquido amniótico de composición parecida a la del plasma.
Protege al feto. En cantidad oscila, según el momento, entre 0,3 y 1,5 litros. La entrada y salida de líquido se efectúa a través del amnios. La circulación es por difusión simple.
El cordón umbilical alcanza unos 50 cm. Pasan por él dos arterias y una vena, que va de la placenta al feto, rica en oxígeno. Hay además tejido conectivo mucoso y se recubre por una sola capa de epitelio.
El corión y el amnios son dos membranas envolventes de protección. El corión reviste toda la cavidad uterina, excepto por donde está implantada la placenta. Por dentro se halla el amnios, tapizándolo todo, incluso el cordón umbilical. Por fuera de ellas está caduca (decidua). Estas membranas se desgarran en el momento del parto para dejar paso al feto.
Las vellosidades dan una gran superficie de intercambio (10 m2) a la circulación fetal y materna.
La sangre llega al feto por las dos arterias umbilicales, se dispersa y es recogida de nuevo por la vena umbilical. La sangre llega a la madre por las ramas de la arteria uterina. Es recogida por las ramas de la vena uterina. El trasiego de ambas circulaciones es muy elevado: 500 mililitros por minuto. Se realiza por diferencia de presión.
Antes de la implantación, el mantenimiento de la gestación está asegurado por las hormonas ováricas e hipofisarias. Después de la nidación, por la acción conjugada de las hormonas hipofisarias, ováricas y placentarias.
Estas hormonas placentarias son de gran importancia porque han permitido desarrollar las técnicas de diagnosis del embarazo basadas en la presencia de una hormona gonadotrópica en la orina de una mujer gestante. Esta hormona es secretada por el embrión y se encuentra en el corión.
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