La larga guerra y las derrotas militares de un ejército desmoralizado y mal preparado tuvieron graves consecuencias para la sociedad rusa. Este esfuerzo obliga a la industria a dejar atrás áreas desatendidas. La escasez ha provocado que los precios suban y que los agricultores se nieguen a abastecer a la ciudad. Los salarios se han desplomado y las compras han perdido valor; Las huelgas obreras y las manifestaciones campesinas aumentaron durante el invierno de 1916-1917.
El descontento también se expresó en el ejército movilizado contra sus oficiales dictatoriales.
La desorganización militar y administrativa, las acusaciones mutuas entre militares y políticos culpándose mutuamente de la situación y la corrupción de la corte de Nicolás II contribuyeron a crear una sensación de caos.