Desde el comienzo del proceso de conquista, todas las posesiones en las Américas estaban poco sujetas a la corona española y se regían por las llamadas leyes de las Indias Occidentales. El virrey cumple funciones políticas (como gobernador, capitán y superintendente), funciones económicas e incluso funciones religiosas como protector adjunto de comisiones reales o consejos religiosos en la India.
Durante los tres siglos de dominio español, las colonias fueron gobernadas por regímenes absolutistas a través de los cuales el rey nombraba funcionarios, promulgaba leyes y recaudaba donaciones. El poder en los nuevos territorios pasó directamente a manos del soberano, quien creó intermediarios para hacer cumplir las leyes. Entre estas instituciones destaca el Parlamento de la India, que tiene un control político, militar y religioso absoluto sobre las tierras conquistadas, reemplazando los poderes establecidos por el monarca y gobernando directamente los territorios de ultramar. Entre las citadas autoridades e instituciones que tenían por objeto representar al soberano español en las colonias, destacaban las siguientes:
