Los desastres naturales son fenómenos que provocan un daño grave a las comunidades de una región en un tiempo limitado, causando la pérdida de vidas humanas, la alteración de la estructura social y la devastación de propiedades y recursos naturales.
¿Por qué prepararse para recibir un desastre?
Los desastres naturales, como terremotos, huracanes, inundaciones y erupciones volcánicas, tienen efectos perdurables. Estos incluyen la pérdida de vidas humanas, el desgaste emocional profundo, la destrucción de propiedades y ecosistemas, y el daño a servicios esenciales como el suministro de agua, energía y comunicaciones, lo que puede tener un valor económico incalculable.
¿Cuál es el problema principal?
El problema clave radica en la falta de preparación, tanto individual como comunitaria, para enfrentar un desastre en sus tres fases: antes, durante y después.
- Antes del desastre: Muchas personas no creen que un desastre pueda ocurrir o que les afecte directamente. Esto provoca una falta de planes de prevención y una inadecuada preparación para enfrentar emergencias.
- Durante el desastre: El miedo y la confusión son los peores enemigos. En situaciones críticas, la falta de claridad mental puede impedir que las personas tomen decisiones acertadas y actúen con seguridad, poniendo en peligro su vida y la de sus seres queridos.
- Después del desastre: El caos posterior y el agotamiento físico y emocional pueden llevar a las personas a tomar decisiones peligrosas, como encender fuego sin verificar si hay fugas de gas, consumir alimentos o agua contaminados o no seguir las recomendaciones de las autoridades, lo que aumenta el riesgo de accidentes y enfermedades.
Prepararse adecuadamente, tener un plan de emergencia y saber cómo actuar antes, durante y después de un desastre puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, además de reducir las pérdidas materiales y emocionales.