Las actividades agrícolas y mineras propiciaron a su vez el surgimiento de talleres artesanales y obrajes; en los primeros se trabajaban productos de hierro, cobre, vidrio y cerámica, entre otros. En los obrajes, antecedente de la industria textil, se tejían telas de lana y algodón. La labor se podía realizar en alguna casa o en locales establecidos en las ciudades, bajo el control de un gremio.

Desde su llegada, los españoles reconocieron las habilidades y destreza de los indígenas para desarrollar los oficios, sin embargo, a pesar de ser grandes artistas y artesanos, se les pagaba poco y se les restringía la enseñanza para la ejecución de ciertas actividades, especialización en la produce que los artesanos españoles consideraban reservadas para ellos.

Las manufacturas en el Virreinato de la Nueva España eran una forma importante de producción económica durante la época colonial. Entre las manufacturas más comunes se encontraban los Obrajes, que eran fábricas textiles donde se producían tejidos de lana y algodón, los Trapiches, que eran molinos donde se procesaba la caña de azúcar para producir azúcar y otros productos derivados, y los Talleres Artesanales, donde se producían productos como muebles, herramientas, cerámica y joyas.

Los Obrajes eran especialmente importantes, ya que la producción textil era una de las principales industrias en la colonia. Muchos de los Obrajes estaban ubicados en las grandes ciudades como la Ciudad de México y Puebla, pero también había Obrajes en áreas rurales donde se producían tejidos para uso local.

Los Trapiches eran comunes en las zonas de producción de caña de azúcar, especialmente en el centro y sur de México. La producción de azúcar y otros productos derivados como el aguardiente y el piloncillo era una fuente importante de ingresos para los colonos españoles.

Los Talleres Artesanales eran una forma importante de producción en áreas rurales donde se producían productos para uso local y para el comercio. Los talleres a menudo se especializaban en un producto o técnica específica, como la producción de cerámica en Oaxaca o la elaboración de joyas en Taxco.

Las manufacturas en el Virreinato de la Nueva España desempeñaron un papel importante en la economía colonial y fueron una fuente importante de trabajo para muchos. Sin embargo, también se vieron afectadas por la competencia de las manufacturas europeas, especialmente durante el siglo XVIII. Con la independencia de México en el siglo XIX, muchas de las manufacturas coloniales desaparecieron, pero algunas de ellas, como la producción textil en Puebla, continuaron en la era republicana.