El estilo de la arquitectura plateresco se desarrolló en España durante el Renacimiento, y se caracterizó por su ornamentación exuberante y detallada. Cuando los conquistadores españoles llegaron al continente americano, trajeron consigo esta tradición arquitectónica, y la incorporaron en sus construcciones en la Nueva España.
En el virreinato de la Nueva España, el estilo plateresco se mezcló con influencias indígenas y europeas, lo que llevó a la creación de una arquitectura única. Las construcciones religiosas y civiles de la época se caracterizaron por una gran riqueza decorativa, con elaborados detalles tallados en piedra y estuco.
Algunas de las características más distintivas de la arquitectura plateresca en la Nueva España incluyen:
El uso de elementos ornamentales como relieves, molduras y pilastras.
La utilización de figuras mitológicas y alegóricas en la decoración.
La incorporación de elementos góticos y renacentistas en la ornamentación.
La combinación de materiales como la piedra, el estuco y el ladrillo.
Ejemplos notables de arquitectura plateresca en la Nueva España incluyen la Universidad de San Nicolás de Hidalgo en Morelia y el Templo y Convento de Santo Domingo en la Ciudad de México. Ambas construcciones destacan por su rica ornamentación y la habilidad de los artesanos para crear detalles elaborados y detallados.