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Janitzio en Día de Muertos -Día de Muertos

Janitzio es uno de los lugares más famosos del país (México), por sus ritos y fiestas que se conmemoranesos días.
Primero despejare los significados de Janitzio ¨maíz seco¨ o también ¨flor de elote¨ y que forma parte delactual estado de Michoacán, sitiado enLa isla más grande del lago de Pátzcuaro, donde se lleva muchos ritos de los antepasados y se lleva acabocon la tradición cristiana.
Los preparativos de estas fiestas se llevan a cabo a finales del mes de octubre, donde empiezan a limpiar,
arreglan y adornan el cementerio.

janitzio en dia de muertos Dia de Muertos

El día 1 de noviembre todos se van a conmemorarlo al panteón donde se la pasan la noche rezando,cantando, bailando y contando leyendas recordado los momentos de cuando estaban vivos.
Con velas iluminan el cementerio donde demuestran no temerle a la muerte y que sientan susacompañados a sus parientes y amigos que se han ido de este mundo
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One thought on “Janitzio en Día de Muertos -Día de Muertos

  • Les comparto mi poema, inspirado en la bellísima . . .

    NOCHE DE MUERTOS EN JANITZIO
    “Nunca fenezcan las tradiciones, . . . jamás sucumban nuestras pasiones”

    Pátzcuaro, bella región lacustre,
    Michoacán mira tu lago ilustre,
    México entero ve tu lucero,
    brindas al mundo calor sincero.

    En tus riberas celebraciones,
    seres que afrontan tribulaciones,
    traigo poesía que habla a tus muertos,
    que Dios nos salve de esos entuertos.

    Señora Muerte, prenda su mecha,
    suelo purépecha, Usted acecha,
    Señora muerte, oiga esta endecha,
    línea de vida se encuentra estrecha:

    Reunión Janitzio con ultratumba,
    por sentimiento, agua retumba,
    almas en tránsito, otro camino,
    bogan tranquilas rumbo al destino.

    Muchos trayectos, lanchas, canoas,
    como presagio de ardientes horas,
    olas henchidas, vueltas carrozas,
    flamea el cortejo de mariposas.

    Muy alumbrado se ve el sendero,
    parece cinta, listón lucero,
    es como un cuento de fantasía,
    es como fiesta de la agonía.

    Tan respetada mortalidad,
    presta regresa del más allá,
    mostrando siempre tal seriedad,
    que al más osado resignará.

    Cita evidente que dan los muertos,
    de esencia ausentes, pues yacen yertos,
    tañer doliente de una campana
    que, a la penumbra, hace su hermana.

    Los días primero y dos de noviembre,
    se guarda pena a lo que se pierde,
    falta existencia, no impera vida,
    más bien carencia, el duelo anida.

    Ambiente es reino de la tristeza,
    más en el trance surge entereza,
    breves momentos, vena discreta,
    en tal sentido doble faceta.

    Las tradiciones, usos, costumbres,
    añejas formas de muchedumbres,
    llegan intensas al cementerio,
    como la magia, como un misterio.

    Ceremonioso, se inicia el rito,
    mustio suspiro, mortal, marchito,
    folklor nocturno, sombrío bosquejo,
    se escucha llanto, canto reflejo.

    Es voz tarasca, ese lamento,
    que cura entrañas de sufrimiento,
    sonidos, notas, son armoniosos,
    mieles arpegios van cadenciosos.

    Mujeres buenas cruzan las sendas,
    al panteón llevan cientos de ofrendas,
    viandas con panes, dulces y frutos,
    rostros humanos encarnan lutos.

    Marchan silentes, su paso es lento,
    fieles guardianes de ese sustento,
    despliegan, prontas, finos manteles,
    las servilletas bordadas redes

    Toman asiento junto al difunto,
    a él se arriman, se le hincan . . . punto,
    cumplen formales el serio culto,
    su regocijo se esconde oculto.

    Sombríos sepulcros, se sahuma incienso,
    se hace presente responso intenso,
    el sacramento es ensalzado,
    voces solemnes, el “Alabado”:

    “ . . . morir antes que pecar,
    o antes que pecar morir, . . .”;
    esas lágrimas hay que secar,
    turba y agobia ese sufrir.

    Hombres que atentos lo observan todo,
    siguen la usanza con gran decoro,
    están presentes, tras de las rejas,
    respetan, honran, creencias viejas.

    Animecha Kejtzitakua,
    es la ofrenda a los muertos,
    Animecha Kejtzitakua,
    que se ofrece a cielo abierto.

    Gimen pesares los entes vivos,
    ante despojos definitivos,
    vagan sus sombras, negras siluetas
    que, oscurecidas, no quedan quietas.

    Todas las flores, de mil colores,
    conforman ramos encantadores,
    el cempasúchil, clavel de china,
    tono amarillo que amor germina.

    Brilla, en las tumbas, su resplandor,
    resguarda restos, glorias de honor;
    ¡se oyen plegarias, las oraciones!,
    rezo en silencio, imploraciones.

    Lucen altares las sepulturas,
    lo religioso remonta alturas,
    lápidas grises, blancas las cruces,
    rojos matices, las velas, luces.

    Ceras, pabilos, candelas, cirios,
    por los finados lloran delirios,
    ánimas velan la aciaga noche,
    también estrellas hacen derroche.

    ¡Santo Señor de estos cielos!,
    los fallecidos guardan anhelos,
    preserva Padre este homenaje,
    bendice, cuida, su etéreo viaje.

    La eterna guía: noble copal,
    humo oloroso, tersa señal,
    que purifica las energías,
    de isla, isleños, sus dinastías.

    Visitantes indiscretos,
    comportarse con mesura,
    hay que respetar secretos,
    del ceremonial de altura.

    Que anochecer, lo agradezco,
    gran distinción de la UNESCO,
    ¡al considerar obra maestra,
    a esta festividad tan nuestra!

    Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
    Isla de Janitzio, Michoacán, México, 02 de noviembre.
    Reg. INDAUTOR No. 03-2012-030612580800-14

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