El estilo de la arquitectura renacentista se desarrolló en Italia durante el siglo XV, y se caracterizó por su énfasis en la proporción y la simetría, y el uso de elementos clásicos como columnas y frontones. Cuando los conquistadores españoles llegaron al continente americano, trajeron consigo esta tradición arquitectónica, y la incorporaron en sus construcciones en la Nueva España.
En el virreinato de la Nueva España, el estilo renacentista se mezcló con influencias indígenas y europeas, lo que llevó a la creación de una arquitectura única. Las construcciones religiosas y civiles de la época se caracterizaron por su monumentalidad y su elegancia, con una gran atención al detalle y la proporción.
Algunas de las características más distintivas de la arquitectura renacentista en la Nueva España incluyen: